Hace silencio siempre. Sus pasos son calculados automaticamente para no ser escuchado, nunca da portazos y cuando abre el microondas o la refri lo hace con tanto cuidado como cuando un cirujano opera. Sus manos no son suaves, así que necesita conocerlas a la perfección para utilizarlas de manera suave (más suave que delicada) su cuerpo larguirucho que abarca tanto espacio le causa dificultad para no hacerse notar, debido a ello su cuello se encurva y su cabeza se agacha formando un arco traido desde la edad media. La delicadeza de sus dedos al cambiar la radio o desbloquear su celular se nota desde las muñecas hasta las uñas, sus largos brazos se abren para dar cálidos abrazos y la gente se siente segura en su amplio y cálido pecho. Su suave cabello y el color miel de sus ojos cambian de color con la luz. Huele siempre bien, pero de manera sutil, no cuando pasas a su lado, sino cuando estas a su lado sentado escuchandole hablar o cuando te rosa cuando olvida ser cuidadoso y silencioso y es el desastre que siempre ha querido ocultar ser.
Su ropa es impecable siempre y sigue una linea continua, toda se parece entre ella y si ves algo en una tienda que crees que pertenece a su armario te lo imaginas usandola con los mismos zapatos no tan limpios que siempre trae puestos.
Su risa es escandalosa; una sincera y gigante risa con diferentes tonos que sale desde el pecho y se anida en tu oido y te saca una sonrisa. Su voz, también tiene varios matices, cuando habla con alguien que ama y cuando habla cuando está molesto; cuando quiere ser educado y cuando solo quiere ser chabacán.
No tiene y nunca tendrá las medidas correctas para ser quien es, a veces es demasiado y a veces es muy poco, su ser es demasiado grande para su cuerpo terrenal.