Mi mente te describe como suave; lino, seda;
un gentil viento y el olor de los pinos en una montaña;
el leve calor de los 27 grados centígrados;
un postre de sabor dulce y suave que se deshace en tu boca
y te deja satisfecho
pero no eres así.

Tus facciones son impresionantemente fuertes, tu sonrisa es grande y brillante,
tu voz es grave y tus conversaciones son profundas y maravillosas.
Tu instrumento es el más ruidoso, tu vestimenta la más pesada.
¿Cómo entonces?
¿Dime cómo es que te describo con tanta suavidad, con tanta enajenación?