Mentiras

Mis labios ya no dicen mentiras. El poderoso sueño que me has hecho tener ha despertado en mi la verdad, todo está revelado en mi cabeza.- M...

Mis labios ya no dicen mentiras. El poderoso sueño que me has hecho tener ha despertado en mi la verdad, todo está revelado en mi cabeza.- Me dijo viéndome a los ojos, como si estuviera escudriñando mi alma, viendo si yo también solamente hablaba con la verdad. Me sentí expuesta y bajé la mirada a mi falda, conté los pliegues 1... -Quiero que entiendas que esto que hago, todo lo que soy ahora es por tí, por favor.- 2... -Por favor...- 3, jamás me había dado cuenta que el tercer pliegue estaba lijeramente esponjado... bueno eso pasa cuando no planchas las cosas, 4, 5, 6. Terminé de contar y no tenía con que más distraerme, tenía que contestarle ahí estaba frente a mi esperando una respuesta. -Mis labios si dicen mentiras, puedo decirte muchas ahora mismo y solamente una verdad y no sabrías cual es cual.-
-Dimelas, lo sabré.
-En serio? Bueno... dejame pensar.- Me seguía viendo, como si contara cada vello en mis cejas o cuantas veces había parpadeado, cuantos poros hay en mi cara o como si estudiara la forma de mi frente fruncida por pensar en mentiras y verdades que escupirle.
-Mi animal favorito es el gato; amo la forma de sus ojos y la gracia con la que mueven su cola.
Cuando estaba pequeña sin darme cuenta caminé sola por todo el centro comercial, creí que mis padres iban atras de mi y cuando volteé para enseñarles algo no los ví y me preocupé tanto que corrí de regreso y me tropecé.
Tengo guardadas en un cajón todas las cartas que me has dado, a veces las saco y las leo solo porque quiero recordar como me hacías sentir.
Siempre dejo billetes en mis pantalones, así cuando los voy a lavar saco todo el dinero y tengo algún dinero de más.
Siempre que voy a las ferias me gano un premio, aunque sea pequeño.- Todo este tiempo estuve partiendo un pedazo de envoltura de chicle en pedacitos, no lo ví a la cara ni una vez, ni siquiera de reojo, pero cuando terminé de hablar, como señal lo vi directamente y levanté las cejas.
-Jamás te perdiste en el centro comercial.- Me dijo muy confiado, se sentó derecho y cruzó las piernas, yo me moví un poco del asiento para que el pudiera ver mi rodilla derecha. -¿Ves esta cicatriz? Me la hice en el suelo del centro comercial?.- le dije señalando un pequeño bulto en mi pierna.
Me vio un poco atónito, pero rapidamente sonrió. -Lo de los billetes, eso es verdad.- Suspiré... cerré mis ojos tan levemente que el no lo vio. -Eso lo hace mi hermano, yo no.-
Bajó la cabeza y estiró las piernas, puso sus manos en la mesa, no entendía lo que yo estaba tratando de hacer y para ser honesta, yo tampoco.
Le tomé una mano y con la otra acaricié su rostro y luego peiné un poco su cabello. -No tengo tus cartas en un cajón, las tengo en una caja debajo de mi cama con todas las cartas que me han dado todas las personas que me han dado cartas. Te amo, pero no como me amas tú y eso es verdad y no siento justo que esto continue.- Le dije y vi como en su boca se formaban palabras que luchaban por salir, pero no dijo nada. Se levantó de la mesa, dejó el té frio a medio tomar y la dona entera y salió del café a toda velocidad sin mirar atras ni titubear en ningún paso, lo ví subirse a su auto rojo, arrancar e irse. Me tomé el té y guardé la dona en mi bolsa. Salí del lugar, me metí a mi auto y conduje a mi casa en un estado bastante calmado, la radio tenía canciones alegres que no quería escuchar así que conecté mi celular y esuché mis propias canciones alegres. Cuando me estacioné frente a mi apartamento saqué la dona y comencé a comerla, subí las escaleras y abrí la puerta, me quité la falda sin sacar el dinero de las bolsas, abrí el cajón más pequeño de mi cómoda y saqué una carta y comencé a leerla.

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